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Especialistas del INTA evaluaron la utilización de compost de cama profunda como componente de sustratos. Así, se evita la fertilización complementaria, se reducen costos y se mitigan los problemas ambientales asociados a los residuos.

El tratamiento de los residuos pecuarios resulta un aspecto clave en la gestión ambiental. Se trata de volver a aprovechar aquellos materiales que se descartan de las instalaciones productivas y de valorizarlos a través de la producción de energía y fertilizantes, lo cual aporta a la sustentabilidad de las cadenas y permite consolidar un círculo virtuoso.

En esta línea, especialistas del INTA junto con la Universidad Nacional de Luján y el Instituto de Floricultura del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, implementaron compost obtenido a partir de residuos de cama profunda para producir flores, violas y petunias.

De acuerdo con Laura Magri –actualmente extensionista de INTA Arrecifes, Buenos Aires– “el compost de los residuos del sistema de cama profunda porcina es un recurso valioso que puede ser usado como mejorador de suelos y/o componente de sustratos, representando un beneficio para el productor dado que es una técnica que permite recuperar y valorizar los residuos”.

En este sentido, Magri destacó que “se evita la fertilización complementaria, se reducen los costos y se mitigan los impactos ambientales asociados a los residuos”.

Desde hace varios años, en la Argentina, los productores porcinos emplean el sistema conocido como “cama profunda” o “deep bedding” que utiliza instalaciones donde el piso de concreto es reemplazado por una cama de heno, cascarilla de arroz, hojas de maíz, paja de trigo, viruta de pino, aserrín u otro material bien deshidratado.

Entre los materiales actualmente empleados para formular sustratos y difundidos como alternativa al uso del suelo y la turba, se encuentran los compost obtenidos a partir de residuos orgánicos. Así, se mitiga el impacto ambiental y se transforman los residuos en un recurso útil para otras actividades productivas.

Para el ensayo, Magri explicó que “utilizaron compost de residuos de cama profunda porcina –obtenidos por aireación pasiva, forzada y mecánica– en un 20 % como componente de sustratos para el cultivo de viola y petunias”.

En esta línea, Magri detalló que los residuos generados en estos sistemas productivos están constituidos por el material utilizado como cama y el estiércol animal parcialmente descompuesto. “Estos materiales pueden ser tratados y valorizados mediante el compostaje, un proceso bioxidativo que permite higienizar y estabilizar los residuos sólidos orgánicos, transformándolos en un recurso valioso que puede ser usado como mejorador de suelos y/o componente de sustratos”, indicó.

El Área Metropolitana de Buenos Aires es la principal zona floríctola del país con aproximadamente el 60 % de las producciones y donde se aplican las técnicas de cultivo más avanzadas, totalmente bajo invernadero. Allí, los establecimientos dedicados a la actividad se dividen en cuatro subsistemas de producción: flores de corte con un 43 %; plantas y flores en contenedores con un 31 %; árboles y arbustos ornamentales 6 %; y otro que resulta de la combinación de alguno de los mencionados, en un 20 %.

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